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Una mirada desde Argentina y Latinoamérica

La transición energética se ha convertido en uno de los temas más críticos y urgentes del siglo XXI. Se define como el proceso de transformación del sistema energético global, pasando de una matriz dominada por combustibles fósiles hacia una basada en fuentes renovables y sostenibles. En términos académicos, puede entenderse como el “pasaje hacia una sociedad sustentada en fuentes renovables, tornando la matriz energética menos dependiente del consumo fósil, implicando el tránsito hacia una sociedad eco técnica, de sostenibilidad creciente” (Fornillo, 2018).

Este proceso implica no solo cambios tecnológicos, sino también transformaciones económicas, sociales y políticas profundas. La transición energética abarca múltiples dimensiones: la generación de energía eléctrica, la electromovilidad, la eficiencia energética, el desarrollo de redes inteligentes, y la integración de nuevas tecnologías que permitan un uso más eficiente y sostenible de los recursos energéticos.

El contexto global y regional

A nivel mundial, la transición energética se ha acelerado significativamente en los últimos años. Los datos más recientes muestran que las energías renovables han batido récords en 2024, liderando el crecimiento energético global. La demanda global de energía ha aumentado un 2,2% en 2024, superando el crecimiento del PIB global y alcanzando cifras récord en la capacidad de energías renovables.

En América Latina y el Caribe, la situación presenta características particulares. La región ha mostrado un compromiso creciente con la transición energética, aumentando su capacidad renovable en un 51% entre 2015 y 2022, alcanzando el 64% de generación a partir de fuentes renovables en 2022. Sin embargo, el ritmo debe acelerarse considerablemente para cumplir con los objetivos climáticos globales.

La generación eléctrica en Latinoamérica registró un aumento del 5,5% en 2024, consolidando la transición energética regional. Este crecimiento se apoya principalmente en la expansión de la capacidad instalada de energías renovables, evidenciando el compromiso regional con la descarbonización.

La situación argentina: desafíos y oportunidades

Argentina presenta un panorama complejo en términos de transición energética. Según datos de Argendata, la participación de las energías limpias en la matriz energética argentina es del 16%, inferior al promedio global del 19%. Más preocupante aún es que, mientras a nivel mundial se observa una tendencia ascendente, en Argentina esta participación viene oscilando entre el 10 y el 20% desde los años ’80, mostrando un estancamiento relativo.

El consumo eléctrico per cápita en Argentina fue de 3.425 kWh en 2024, una disminución comparada con el récord previo de 3.569 kWh/persona establecido en 2016. Esta reducción de 144 kWh/persona indica una tendencia preocupante de reducción en el consumo general de electricidad, lo que podría reflejar tanto crisis económicas como cambios en los patrones de consumo.

A pesar de estos desafíos, Argentina cuenta con ventajas comparativas significativas para la transición energética. Los expertos identifican dos factores clave: la abundancia de gas natural y las soluciones basadas en la naturaleza para la captura de CO2. Estas ventajas posicionan al país como un actor potencial importante en la transición energética regional.

Liderazgo regional: Brasil y Chile

En el contexto latinoamericano, Brasil y Chile han emergido como líderes en la transición energética. Brasil, en particular, ha consolidado su posición mediante inversiones significativas en infraestructura eléctrica. El gobierno brasileño destinará 1.244 millones de dólares entre 2025 y 2029 para ampliar la infraestructura eléctrica, con 1.260 km de nuevas líneas de transmisión y 14.750 MVA en transformadores.

Chile, por su parte, ha desarrollado una estrategia integral que combina políticas públicas favorables, marcos regulatorios claros y aprovechamiento de sus excepcionales recursos solares y eólicos. Ambos países han demostrado que es posible avanzar significativamente en la transición energética con políticas coherentes y sostenidas en el tiempo.

Desarrollo normativo y regulatorio

La transición energética en la región requiere marcos normativos sólidos y adaptados a las realidades locales. Argentina ha desarrollado diversas iniciativas regulatorias, incluyendo programas de licitación para energías renovables. Por ejemplo, se han establecido mecanismos donde 209 MW serán asignados con prioridad de despacho plena, y hasta 881 MW se adjudicarán bajo el mecanismo Referencial “A”, con curtailment de hasta 8%.

El marco regulatorio debe abordar no solo la generación, sino también la transmisión, distribución y almacenamiento de energía. La integración de electricidad y telecomunicaciones aparece como uno de los factores determinantes en el proceso de cambio, según expertos de ADELAT (Asociación de Distribuidores de Energía Eléctrica de Latinoamérica y el Caribe).

Perspectivas especializadas

Los especialistas argentinos han identificado varios aspectos críticos para acelerar la transición energética nacional. Bruno Fornillo, reconocido académico especializado en transición energética, ha enfatizado la importancia de entender que “no existe un manual para la transición energética” y que es “un concepto en disputa”. Esta perspectiva subraya la complejidad del proceso y la necesidad de enfoques multidisciplinarios.

Los expertos también destacan la importancia de la investigación y desarrollo en tecnologías específicas. El litio, por ejemplo, se ha convertido en un elemento estratégico para la transición energética, especialmente en el contexto de la electromovilidad y el almacenamiento de energía. Argentina, con sus vastas reservas de litio, tiene la oportunidad de posicionarse como un actor clave en la cadena de valor global.

Desafíos económicos y sociales

La transición energética no es solo un desafío técnico, sino también económico y social. En América Latina, la inflación energética ha sido un tema de preocupación, aunque en 2024 se registró la mayor caída en lo que va del año, con una tasa mensual del 0,2% y anual del 3,36%, retomando la tendencia decreciente iniciada en febrero.

Los costos de la transición son significativos y requieren mecanismos de financiamiento innovadores. Los países de la región necesitan acceso a capital verde y mecanismos de transferencia tecnológica para acelerar sus procesos de transición. La demanda de electricidad se proyecta que aumentará un promedio anual del 2,3% desde 2022 hasta 2050, lo que agrega presión adicional a los sistemas energéticos regionales.

Iniciativas gubernamentales y participación sectorial

El gobierno argentino ha desarrollado diversas iniciativas para promover la transición energética. El Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, junto con la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación y el CONICET, ha organizado encuentros con especialistas para construir una agenda de I+D+i para la transición energética.

El proceso “Hacia una Visión Compartida de la Transición Energética Argentina al 2050” representa un esfuerzo de diálogo multisectorial para generar insumos para la definición de políticas energéticas del Ministerio de Energía y Minería. Esta iniciativa busca crear consensos sobre los caminos a seguir hacia una matriz energética más sostenible.

Ciudades y regiones en transición

A nivel subnacional, diversas ciudades argentinas están explorando estrategias de transición energética. Comodoro Rivadavia, históricamente conocida como una ciudad petrolera, se está posicionando como la “Vaca Verde” de Argentina, buscando liderar una nueva agenda energética basada en fuentes renovables. El Foro de Transición Energética de la Expo Industrial y Comercial ha reunido a especialistas para construir esta nueva visión.

Esta transformación regional es fundamental porque las ciudades y regiones son los espacios donde se concretan las políticas energéticas. La descentralización de la generación energética y el desarrollo de microrredes son tendencias que requieren participación activa de los gobiernos locales.

Tecnologías emergentes y innovación

La transición energética está impulsando el desarrollo de nuevas tecnologías. El hidrógeno verde, el almacenamiento de energía, las redes inteligentes y la electromovilidad son áreas donde Argentina y la región tienen potencial de desarrollo. La integración de estas tecnologías requiere inversiones en investigación y desarrollo, así como marcos regulatorios que faciliten la innovación.

Los sistemas de almacenamiento de energía son particularmente críticos para la integración efectiva de energías renovables variables como la solar y eólica. Argentina, con sus vastos recursos de litio, tiene la oportunidad de desarrollar una industria nacional de baterías que podría ser clave tanto para el mercado interno como para la exportación.

Perspectivas futuras

La transición energética en Argentina y Latinoamérica está en una etapa crucial. Los próximos años serán determinantes para establecer las bases de una matriz energética más sostenible y resiliente. Los desafíos son múltiples: desde la necesidad de inversiones masivas en infraestructura hasta la creación de marcos regulatorios adecuados y la formación de recursos humanos especializados.

La región tiene ventajas comparativas significativas, incluyendo abundantes recursos renovables, una base industrial desarrollada y experiencia en gestión de sistemas energéticos complejos. Sin embargo, aprovechar estas ventajas requiere voluntad política, coordinación regional y marcos de cooperación internacional efectivos.

La transición energética no es solo una necesidad ambiental, sino también una oportunidad económica. Los países que logren posicionarse como líderes en esta transformación podrán acceder a nuevos mercados, desarrollar industrias innovadoras y crear empleos de calidad en sectores emergentes.

Conclusiones

La transición energética representa uno de los desafíos más importantes del siglo XXI. Argentina y Latinoamérica tienen la oportunidad de liderar este proceso, aprovechando sus abundantes recursos naturales y su capacidad de innovación. Sin embargo, esto requiere políticas coherentes, inversiones sostenidas y un compromiso de largo plazo con la sostenibilidad.

El camino hacia una matriz energética más limpia y sostenible no será sencillo, pero es fundamental para el futuro del planeta y para el desarrollo económico y social de la región. La transición energética es, en definitiva, una transición hacia un modelo de desarrollo más justo, sostenible y resiliente.

Especialistas citados:

  • Bruno Fornillo – Académico especializado en transición energética
  • Expertos del CONICET y Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación
  • Especialistas de ADELAT (Asociación de Distribuidores de Energía Eléctrica de Latinoamérica y el Caribe)
  • Analistas de la Organización Latinoamericana de Energía (OLADE)